¿Cuántas veces hemos dicho y/o escuchado que alguien triste tiene depresión -o está “depre”-, que alguien que ordena con minuciosidad y bajo cierta estructura tiene TOC -o es “su” TOC-? ¿Cuántas veces hemos dicho y/o escuchado que el clima que cambia de un momento a otro ‘está’ bipolar, que por sentir nervios se está sufriendo de un ataque de pánico? ¿Cuántas veces no sólo hemos dicho o escuchado esos comentarios, sino que también nos hemos reído? Yo conozco a algunas personas que no dicen esos comentarios (o lo dicen sabiéndolo, por cuales sean los motivos, pero sabiendo qué se siente), que tampoco se ríen, que tampoco creen que esos comentarios son equivalentes a la complejidad que implica convivir con el malestar que a veces supone un trastorno mental. A veces si escuchan esos comentarios, pero eso parece ser algo inevitable ¿Saben de quién hablo? Pues sí, de las personas que han sido diagnosticadas con alguno de esos trastornos; o que no han sido diagnosticadas como tal, pero que día a día se relacionan con sí mismos/as, a veces sabiendo de dónde “viene” su malestar, y otras sin saberlo. El denominador común que tienen todas estas personas, es que todas alguna vez han escuchado, o incluso dicho, ya sea en referencia a ellos/as o a otros/as, alguna de las frases del primer párrafo. La cultura de la psicoterapiaEva Illouz (2010) propone que la psicología se ha derramado en el tejido social. La psicología ya no sólo reside en la academia, en los consultorios, en las universidades, etc., ahora también habita otras esferas culturales, ahora la psicología está en el cine, en las revistas, en los libros de auto-ayuda, en los matinales de televisión, en las personas que dan consejos, entre otras. Este derrame de la psicología en distintos lugares de la sociedad viene acompañado de otro fenómeno, este es, un lenguaje hibrido entre lo técnico y lo cotidiano, el lenguaje terapéutico. El lenguaje terapéutico no es sólo el lenguaje que utiliza la psicología, es un lenguaje que le resulta familiar a las personas, es un lenguaje que aparece para dar sentido de una forma distinta a cuestiones que antes no se nombraban: a características de nuestra personalidad o de la personalidad de otras personas, a nuestro malestar, a cómo nos sentimos, a los problemas que tenemos para expresarnos, etc. Este derrame del lenguaje y la cultura no es nocivo per se, se ha instalado como una forma nueva de comprensión para los/as sujetos/as, ha otorgado amparo y guía a parte de nosotros/as que antes no tenían un faro que ilumine el camino. Sin embrago, también ha traído consecuencias negativas. El día de hoy me gustaría compartirles dos de estas: 1) La banalización de los trastornos mentales, y 2) la estigmatización de los trastornos mentales.Banalización de los trastornos mentalesLa palabra ‘banal’ refiere a algo trivial y/o de poca trascendencia. Eso quiero compartir, pareciera ser que hoy en día los trastornos mentales han sido reducidos de su complejidad y alcances para ser sólo una forma de referirse a algo que estoy viendo o sintiendo. Vuelvo a las preguntas iniciales para hacer hincapié en esto último:¿Cuántas veces hemos dicho y/o escuchado que alguien triste tiene depresión -o está “depre”-, que alguien que ordena con minuciosidad y bajo cierta estructura tiene TOC -o es “su” TOC-? ¿Cuántas veces hemos dicho y/o escuchado que el clima que cambia de un momento a otro ‘está’ bipolar, que por sentir nervios se está sufriendo de un ataque de pánico?La pregunta es, entonces, ¿Es lo mismo estar triste que tener depresión? ¿Es lo mismo tener algunas conductas obsesivas con tener TOC? ¿Es lo mismo que el clima cambie de soleado a nublado a tener bipolaridad? ¿Es lo mismo sentir nerviosismo a tener un ataque de pánico? Pues la respuesta es no, no es lo mismo. La cultura efectivamente ha logrado que algunos de los supuestos teórico técnicos de la psicología si se encuentren en esas sentencias, y es de esos lugares de donde se afirman las personas al decir esos comentarios. El problema no reside, necesariamente, en que se utilice el lenguaje de esta manera, esa es otra discusión. El problema aparece cuando se banalizan los trastornos mentales, cuando se reduce la complejidad de estos a una comparación o descripción escueta. Es debido al uso indiscriminado de estas expresiones que muchas personas efectivamente creen que las preguntas antes esbozadas muestran equivalencias, cuando no es así. Estigmatización de los trastornos mentalesOtro fenómeno que se desprende de esta forma de usar el lenguaje es la estigmatización de los trastornos mentales. Primeramente, la palabra estigma refiere a una marca de metal en el cuerpo que señala esclavitud o infamia, lo cual guarda relación con la acepción social de la palabra estigma, esta es, algún elementos o característica que hace que la persona portadora sea incluida en una categoría social hegemonizante, y que muchas veces va cargada de aproximaciones peyorativas. Muchas veces, cuando hemos escuchado que alguien tiene algún trastorno mental, lo primero que pensamos es “algo raro debe tener”, en ese sentido, ya no es sólo “las personas con TOC ordenan toda su ropa por colores”, sino que también es “las personas con TOC ordenan toda su ropa por colores, son raros/as”. Es en esta distinción en donde aparece el estigma. Conclusión Como se ha señalado anteriormente, la forma en la que nos referimos a los trastornos mentales está relacionada con la cultura en la cual estamos insertos, una cultura en la que el lenguaje terapéutico es de uso cotidiano. Además, este tipo particular de cultura produce fenómenos como la banalización y la estigmatización de los trastornos mentales, las cuales, a grandes rasgos, disminuyen la complejidad y los alcances de estos mismos, junto con cargarlos de una visión negativa. Los trastornos mentales contienen un malestar que es mucho más complejo que eso, y es precisamente por ello que se tratan con psicólogos/as y psiquiatras.Este escrito no pretende el abandono de ese tipo de lenguaje, sólo tiene por objetivo sensibilizar sobre esta temática, producir que quien lo lea se detenga un momento y piense “yo también he dicho o escuchado estas cosas”, luego de eso, lo que haga con ese pensamiento es una decisión que le corresponde a cada uno/a, sin embargo, es una decisión que pueden tomar sabiendo que esas expresiones no son equivalentes a la realidad que implica vivir con alguno de esos trastornos.
Palabras clave:
Trastornos mentales, cultura psicoterapéutica, lenguaje terapéutico, banalización, estigmatización.
Psicoterapia en Santiago, atención psicológica online, consultar con psicólogo/a, síntomas de ansiedad, depresión y psicoterapia, lenguaje terapéutico y salud mental, cultura de la psicología, cómo saber si necesito ayuda psicológica.