El Testigo

Frecuentemente, cuando queremos aprender a meditar, nos vienen muchas preguntas a la cabeza, que cómo dejar la mente en blanco, detener los pensamientos, las preocupaciones, las molestias, etc. Existen varios métodos, modelos y experiencias que nos pueden ayudar a seguir el camino de la meditación, hoy te quiero proponer una idea.

Para comenzar
Como en toda meditación, comenzamos con posicionarnos en un lugar cómodo, con la menor cantidad de distracciones posibles, tomar una postura relajada, pero no tanto como para quedarnos dormidos, sosteniendo nuestra espalda, cuello y cabeza. Luego realizamos respiraciones profundas, pueden ser 3 o más si te sientes muy agitade, luego de esto, nos disponemos a respirar con normalidad, sin forzarte a hacerlo de alguna manera en específico. 
Generalmente, aquí es donde empiezan los problemas, nos entrampados pensando, luego nos obligamos a no pensar, pero enseguida estamos pensando en cómo dejar de pensar, complicado. Mi propuesta es la siguiente, permítete pensar, deja que los pensamientos fluyan como las nubes en el cielo.
Si soltamos la obligación de no pensar, y simplemente observamos cómo la mente nos presenta ideas, también nos desprendemos de la necesidad de producirlas. Ya no eres el que produce, ahora eres quien observa

Contemplación
La idea, es que nos permitamos hacer nada, y simplemente, contemplar. Este estado de conciencia, no se trata de eliminar todos los ruidos en nuestra cabeza, sino de observarlas, ser el testigo, de lo que sucede cuando le permites a tu mente divagar libremente. Las posibilidades son muchas, puedes descubrir cosas nuevas sobre ti, por el simple hecho de dejar correr, sin aferrarte a los pensamientos, por otro lado, puedes conectar con tu ser más esencial.
La filosofía detrás de esta práctica, es que tu verdadero ser, es quien observa todo este proceso. Es un intento por desidentificarse, de la voz que permanentemente mantenemos activa, creando, como una máquina de pensamientos. No somos eso.
El proceso de darse cuenta quién realmente somos, toma tiempo, no es automático, para entender mejor esto, te recomiendo leer “El poder del ahora” de Eckart Tolle, un libro que puede ayudarte a integrar mejor esta idea. 
Recuerda, los pensamientos son nubes en el cielo, estas llegan sin pedirlas, y se van sin que te des cuenta.

¿Se puede hacer todo el tiempo?
Por supuesto que si, esta actitud hacia la vida, sirve más allá de la meditación, es una postura que puede llevarse a cualquier ámbito de la vida. Los pensamientos son útiles para nosotres, nos permiten entender nuestro entorno, calcular matemáticas, incluso me permite escribir esto y a ti leerlo, pero manipulado incorrectamente, puede ser una herramienta contraproducente. El problema no es el pensamiento, es nuestra relación con él. 
Si podemos desprendernos de todo, estaremos cerca de la iluminación, o por lo menos, es la vía que diversas religiones orientales han tomado para librarse del sufrimiento, y en una sociedad tan apresurada, exigente y desconectada de su experiencia, parece cada vez más necesario aprender a detenernos, y simplemente ser testigos de lo que nos pasa.

Un consejo final
Uno de los impedimentos más grandes a la hora de poner en práctica estas técnicas, es el de querer obligarnos a hacer las cosas de tal o cual forma. A veces, no nos hacen sentido ciertas posturas físicas, si no te acomoda estar sentade con las piernas cruzadas, puedes estar acostade, si prefieres no poner música, o si prefieres practicarlo muy lejos de la ciudad, y no en el living de tu casa, también es válido. Lo importante es que te haga sentido a ti, y resuene contigo, pues tú eres el filtro que puede decir el camino correcto para meditar, buscando este estado contemplativo, inactivo, pero observativo.

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