¿Te ha pasado que quieres hacer algo, pero te frena el qué dirán, si es correcto o no, o simplemente la idea de que “yo no soy así”?
Bajo esta mirada es relevante plantearse de dónde surge este discurso que tenemos tan arraigado y que nos coarta al momento de tomar decisiones.
Se podría decir que la mayoría de las veces actuamos de una manera que realmente no nace de nosotros, sino de lo que es moralmente correcto en un tiempo y espacio determinado. Actuamos bajo las intuiciones conceptuales y las emociones que se hallan ligadas de manera inseparable con lo que creemos que es moralmente correcto o incorrecto. Por lo que, finalmente, se podría decir que las conductas que realizamos son decisiones propias, pero que, sin embargo, son interferidas por factores externos propios de la cultura en la que nos encontramos, formando la creencia del “deber ser”.
Cada uno de nosotros tiene su propio “deber ser” que ha sido construido a lo largo de la vida, este se va construyendo en relación con quién “somos” en nuestro sistema familiar; puede ser que tengamos que asumir cierto rol dentro de la familia, como también, a partir de nuestro rol como trabajador, estudiante, como amigo/a, pareja, entre otros roles que nos definen en el día a día. Muchas veces asumimos este rol de una manera tan interiorizada, que termina influyendo en la manera en la que pensamos y actuamos, sin permitirnos salir de este “deber ser”.
Frecuentemente, nos encontramos en situaciones en las cuales queremos hacer algo, pero no podemos porque debemos hacer otra cosa, quizás por algunos factores que lo impiden, como el tiempo, el pesimismo, el miedo, la ética, la moral, entre otros.
En este sentido, se evidencia cómo en el día a día utilizamos afirmaciones que refuerzan y mantienen estas ideas, tales como; “debo llegar temprano a casa”, que terminan bloqueando nuestras acciones, usamos la palabra “debo” como una imposición otorgada desde fuera. En cambio, si usáramos expresiones en las que damos a conocer nuestras elecciones, como, por ejemplo: “quiero llegar temprano a casa”, evidencia el poder que tenemos sobre nuestras acciones, sin ser restringidos por lo impuesto socialmente como “correcto” o “incorrecto”.
Es así, como se vuelve necesario encontrar un equilibrio entre el “deber ser” y “el querer ser”. Con el primero tomamos en cuenta los factores externos, dando un contexto de realidad en el que, efectivamente convivimos con muchas otras personas, por lo que claramente tienen que existir ciertas normas que rijan para todos por igual. Pero al mismo tiempo, se encuentra el “querer ser” como una manera de vivir en el mundo con nuestras propias características, intereses e ideologías, que nos hacen ser únicos y nos mueven a realizar las cosas que nos gustan.
Cuando deseamos tanto algo y no lo podemos hacer porque existe la obligación del «deber ser», puede traer consigo un sentimiento de frustración y de depresión, aquí es cuando debemos tomar la determinación de imponer nuestros deseos, nuestros sueños, estar seguros de lo que queremos y no limitarnos.
Por último, es importante saber que nunca es tarde para descubrir aquellas actividades que nos gustan, como tampoco para identificar las creencias que tenemos arraigadas para poder cuestionarlas y si se desea. Podemos modificarlas en conjunto en psicoterapia con tu psicologo o psicologa.