La Vergüenza, más allá del «Cringe»

¿Cuántas veces has dejado de hacer algo por vergüenza? Si todos llevamos un crítico interno, la vergüenza es su alimento.

La vergüenza es una emoción que se manifiesta en nuestras vidas desde la temprana edad de los 2 años y nos acompaña hasta el día en que morimos. No es ajena a nadie, e incluso buscamos formas de categorizarla según el tipo de vergüenza que experimentamos. Un ejemplo de esto es el término cringe , popularizado entre las generaciones más jóvenes para describir esa vergüenza ajena que sentimos cuando alguien hace o dice algo con lo que queremos des-identificarnos.

¿Qué es la vergüenza?

Algunos confunden la sensación de vergüenza con la de culpa, si bien comparten algunas similitudes, la culpa te dice ‘’hice algo que no está bien’’ y lleva a la acción de reparar aquel error que sentimos que cometimos, mientras que la vergüenza te congela y lleva a la inacción ‘’Soy malo’’, es una emoción que suele llevar a la paralización por algo que has hecho. La vergüenza es una emoción altamente física a nivel sensorial, ligada a la humillación, a la ruptura del ser y que nos inunda con la sensación de aislamiento y autocrítica. 

Si pusiéramos graficarla, es como si dentro nuestro viviera alguien que definitivamente no es merecedor ni mucho menos será aceptado por otros y por lo mismo intentamos a toda costa que no salga de donde sea que está almacenado y cuando sale, porque inevitablemente lo hará tarde o temprano, nos inunda la sensación de ser vistos de forma negativa por otros. La vergüenza es una emoción global, trasciende el lenguaje, la cultura y el lugar, existen muchas formas de experimentarla y si bien puede ser desagradable cuando aparece, tanto que nos puede dar vergüenza sentir verguenza, cumple una función importante en nuestras vidas y la salud mental. 

¿Qué nos está diciendo la vergüenza de nosotros?

Según Carl Jung, esta emoción puede revelar aspectos ocultos de nuestra psique y nuestras creencias más profundas, la vergüenza puede actuar como un espejo, reflejando nuestras inseguridades y valores personales.

La vergüenza puede ser una emoción central de muchas otras, puede estancar nuestras aguas si la dejamos instalarse definitivamente en nuestro cuerpo, y por lo mismo es bueno identificar cuando aparece y establecer un diálogo con ella a ver qué tiene para decirnos. Te invito a que pienses en la última vez que sentiste vergüenza ¿Dónde estabas? ¿Qué hiciste? ¿Quiénes estaban ahí? ¿Cómo reaccionaste? ¿Dónde lo sentiste? La vergüenza puede ser un mapa sobre los aspectos de nosotros mismos con los que nos cuesta identificarnos y con los que esperamos que otros no nos identifiquen, constituye una parte de nuestra sombra que es tan intolerable que nos invade una sensación de aislamiento e incluso de no reconocernos a nosotros mismos, o más bien no querer hacerlo. La vergüenza nos puede decir lo que es importante para nosotros, la forma en la que queremos ser vistos e incluso partes nuestras que deseamos no tener, pero establecer un diálogo con ella es el primer paso para no dejar que controle nuestras vidas. La próxima vez que la vergüenza aparezca, pregúntale por qué te ha visitado y que es lo que desea ocultarse y ha sido visto por otros.   

¿Por qué abordarla en terapia?

El psicólogo existencialista Irvin Yalom argumenta que explorar y comprender la vergüenza es fundamental en la terapia, ya que puede desempeñar un papel importante en la autocrítica, la evitación de la intimidad y otros problemas emocionales. El psicólogo enfatiza que se trata de una emoción raíz de muchos malestares psicológicos y a lo largo de nuestras vidas generamos muchas defensas para no sentirla. Yalom aboga por la importancia de la autoaceptación y la conexión con los demás como vías para superar la vergüenza y encontrar la plenitud en la vida. Por lo mismo, confesar y revelar aspectos que nos avergüenzan de nosotros mismos en un espacio terapéutico, donde nuestra sombra es recibida con compasión, podría generar cambios importantes en la autoestima y autopercepción de una persona. 

A continuación, les dejo un poema que habla acerca de la transversalidad de la vergüenza en nuestras vidas en diferentes escenarios acompañada de diferentes emociones, así como el poder de cambio que existe en la aceptación de nuestras partes sombrías y aquello con lo que desearíamos no identificarnos. 

¿Así que caíste en la verguenza?
Y no de una manera delicada y estratégicamente planeada.

Así que mostraste tu dolor,
Y no fué una sola lágrima teñida con rímel corriendo por tu mejilla rosada,
No, mocos corriendo de tu nariz a a tu boca tipo de dolor.

Mostraste tus inseguridades profundamente enraizadas,
Las reales, no aquellas con las que te sientes cómodo hablando.

Así que mostraste tu rabia,
No la rabia aséptica, terapeada, articulada y calculada como un juego de ajedrez,
Sino que la rabia de tu juventud, pateando y gritando en el piso del supermercado tipo de rabia.

Así que mostraste tu vanidad,
Te atraparon mirándote en la cuchara durante una cita.

Entonces mostraste tu inmundicia, tu tiempo frente a la pantalla, tus cigarros.

Te atraparon ¿Y ahora qué?
Bien, me alegro mucho de que finalmente hayas llegado.
Bienvenido a la junta de los sinverguenza,
Puedes poner sereno, limpio, desinteresado, maduro e indiferente en el pasillo junto a tu abrigo.
Hace calor aquí y nos hice té,
Y te amo incluso cuando no tienes nada bueno para decir,
Incluso cuando presumes,
Incluso cuando estás celoso,
Incluso cuando pateas y gritas en el piso del supermercado.

No importa qué esqueletos vivan en tu armario,
No importa que esqueletos vivan en tu mente ahora mismo.
Tengo una linterna si la necesitas,
Tengo una cuchara si quieres mirarte,
Yo también presumo,
Y a los esqueletos de mi armario le vendrían bien unos amigos.

Victoria (@thedailyvictorian)

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